
Cárcel de Tifelt 2 (Marruecos), 7 de mayo de 2025 (SPS) – El preso político saharaui y miembro del Grupo Gdeim Izik, Sidi Abdallah Abbahah, ha entrado en su octavo año de tortura y aislamiento solitario en la tristemente célebre cárcel marroquí de Tiflet 2, indica la Dra. Isabel Lourenco, en declaraciones al SPS, considerando su situación “un castigo que la ONU define como tortura. ¿Su delito? Defender pacíficamente la autodeterminación del pueblo saharaui”.
Esta semana, tras notificar formalmente a los funcionarios de prisiones su intención de iniciar una huelga de hambre de protesta, a Abbahah se le negó ese derecho, un derecho que incluso el propio reglamento penitenciario de Marruecos pretende proteger. En las cuarenta y ocho (48) horas siguientes, se produjo un escalofriante patrón. Uno a uno, los guardias de la cárcel entraron en su celda con una advertencia coordinada: “Deja de decir que eres un preso político. No eres más que un delincuente civil”.
“No son sólo palabras, es un intento calculado de borrar su identidad política y la lucha saharaui en general”, explica la Dra. Lourenco. Los expertos en derechos humanos afirman que esta campaña de presión psicológica, aislamiento y denegación de acceso legal constituye una grave violación del derecho internacional.
En 2016, el Comité contra la Tortura de la ONU no solo se ocupó de su caso, sino que confirmó que había sufrido tortura mientras estaba bajo custodia marroquí. El Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria fue más allá, declarando que su detención “constituía una violación de las garantías procesales” y pidiendo su liberación. Marruecos ha hecho caso omiso de ambas resoluciones.
Peor aún, Abbahah sigue completamente privado de representación legal. Su abogado, Maître Olfa Ouled, tiene prohibido todo contacto con él, una asombrosa violación de las normas jurídicas que intensifica su aislamiento.
“El trato que el Estado marroquí dispensa a Abbahah no es sólo un caso de malos tratos en prisión”, subraya la Dra. Isabel Lourenco, “sino un acto de supresión política”. “Al privarle del derecho a protestar, negarle su estatus político y silenciar su voz, Marruecos no sólo viola los derechos humanos, sino que intenta reescribir la propia historia”.
Los grupos de derechos humanos advierten de que, sin presión internacional, casos como el de Abbahah se desvanecerán en el silencio. “No se trata sólo de un hombre”, dijo un abogado familiarizado con el caso, se trata de la destrucción sistemática del derecho de resistencia de un pueblo”.
Mientras el mundo observa cómo se desarrollan otros conflictos, continúa la lenta asfixia de los presos políticos saharauis, a puerta cerrada, bajo luces parpadeantes y lejos de los titulares mundiales que tan urgentemente merecen. (SPS)