La ocupación del Sahara Occidental reporta 1.300 millones de euros al año a las élites de Marruecos

             Fuente: Escudo Digital

Por otro lado, el mantenimiento del Sahara ocupado militarmente le cuesta unos 50 euros al año a cada marroquí, lo que tiene un fuerte impacto negativo en la economía nacional.

  • Militares marroquíes. - 

 

 

 

  • Ramón Cuerda Riva
  • Ex militar y experto en Seguridad.
  • Publicado el 22 de agosto de 2025 a las 07:00

Marruecos ha reiterado en diversas ocasiones que su propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental es la única solución que contempla para resolver el contencioso territorial. El ministro de Exteriores del país, Naser Burita, ha insistido en estos últimos días ante el enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, que la vía para resolver el conflicto pasa ‘exclusivamente’ por seguir el plan de autonomía presentado en 2007 por el rey Mohamed VI.

El plan ha recibido respaldo internacional de varios países que lo consideran una base seria, creíble y realista para una solución duradera del conflicto. Sin embargo, el Frente Polisario, que proclama la República Árabe Saharaui Democrática, continúa demandando un referéndum de autodeterminación, opción que es el marco oficial de Naciones Unidas.

El plan de autonomía propuesto por Marruecos para el Sáhara Occidental, presentado en 2007 ante las Naciones Unidas, consta de 35 puntos clave que delinean un estatuto de autonomía bajo soberanía marroquí. Este plan ha sido respaldado por varios países, incluyendo Estados Unidos, Francia, Reino Unido, España, Bélgica e Israel, que lo consideran una base seria y realista para resolver el conflicto territorial. Argelia y la Unión Africana, en el otro extremo, siguen apoyando al Frente Polisario.

Puntos clave del plan de autonomía

Los puntos clave que marcan este estatuto de autonomía bajo soberanía marroquí son:

  • Gobernanza local: El plan otorga a la región del Sáhara Occidental un gobierno local con un consejo elegido democráticamente, encargado de la administración regional.
  • Competencias legislativas y judiciales: Se establece un sistema legislativo y judicial regional que opera dentro del marco de la soberanía marroquí.
  • Derechos fundamentales: Garantiza el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales de los habitantes del Sáhara Occidental.
  • Economía y recursos naturales: La región tendría competencias en materia económica, incluyendo la gestión de recursos naturales, con beneficios para la población local.
  • Seguridad y defensa: Las competencias en seguridad y defensa seguirían bajo control central del Estado marroquí.
  • Relaciones exteriores: La política exterior y las relaciones diplomáticas serían gestionadas por el gobierno central de Marruecos.
  • Desarrollo regional: El plan incluye proyectos de desarrollo infraestructural y económico para mejorar la calidad de vida en la región.

Este enfoque busca ofrecer una solución política al conflicto del Sáhara Occidental, promoviendo la estabilidad y el desarrollo en la región, aunque ha sido objeto de controversia debido a la ausencia de la opción de independencia, defendida por el Frente Polisario y respaldada por Argelia.

Hace ya algo más de cinco años, el 18 de marzo de 2022, publicaba el diario El País que “el presidente Pedro Sánchez ha sucumbido ‘ante la presión y el chantaje’ de Marruecos al avalar su plan de autonomía para el Sáhara Occidental”. Rabat daba así por cerrada la crisis después de que el presidente español calificara la propuesta de autonomía marroquí como la “más seria, realista y creíble” para resolver el conflicto.

Pero Mohamed VI mentía al mundo y Sánchez sabía que le mentían porque esa propuesta no era seria, realista, ni creíble. Y, en petit comité, la propia monarquía marroquí lo reconoce y explica a sus aliados, para intentar sumarles a la causa, que se trata de una autonomía fingida de valor cero.

Rabat no puede otorgar autonomía al Sahara ocupado porque toca no solo lo jurídico o diplomático, sino también la capacidad real de Marruecos para otorgar —o no— una autonomía al Sáhara Occidental.

Y esto es así por varias razones, entre las que se encuentran la capacidad económica y la política.

Lo que aporta el Sahara Occidental a la economía de Marruecos

Marruecos es uno de los países más estables del norte de África en términos económicos. En los últimos años ha tenido un crecimiento moderado (3-4 % anual en promedio), con sectores estratégicos como los fosfatos, el turismo, la agricultura, las energías renovables y los puertos logísticos (Tánger Med).

Por su parte, el Sáhara Occidental es clave económicamente, no solo para el país, sino para las fortunas personales de la familia real y los altos mandos militares. En Marruecos, a partir del cargo de ‘coronel mayor’, equivalente al de general de brigada, se empieza a participar en ‘beneficios empresariales’, y los servicios de inteligencia del mundo occidental, o Argelia, tienen los listados de nombres y empresas.

No tenemos que olvidar que el Sahara Occidental tiene grandes reservas de fosfatos (mina de Bou Craa), que se trata de una de las zonas pesqueras más ricas del Atlántico, tiene un gran potencial en energías renovables (solar y eólica) y, además, Marruecos ya ha invertido ingentes cantidad de dinero en infraestructuras allí (carreteras, puertos, proyectos de energía):

Fósforos y minería

El Sahara Occidental tiene algunas de las mayores reservas de fosfatos del mundo. Empresas estatales marroquíes y multinacionales se benefician de esta explotación, con poca participación de la población local.

Según el International Observatory, en 2024 se exportaron 1,45 millones de toneladas de roca fosfática desde el Sáhara Occidental controlado por Marruecos, con un valor estimado de 319 millones de dólares. En 2023, el volumen fue de 1,59 millones de toneladas, valoradas en 406 millones. Otras estimaciones previas a 2025 señalan que la explotación acumulada desde 1976 hasta 2015 alcanzó un valor de más de cuatro mil millones de dólares.

Con estas reservas destaca el papel que tiene OCP Group (Marruecos), el mayor productor mundial, que controla más del 70 % de las reservas de roca fosfática y tiene cerca del 31 % del mercado global. OCP es mayoritariamente propiedad del estado marroquí (alrededor del 94%) y de la familia real. 

Así las cosas, cuesta imaginar al rey Mohamed VI devolviendo el 94% de acciones de OCP al pueblo saharaui o permitiendo que negocien la explotación de estos recursos con otras empresas.

Pesca

La pesca frente a las costas saharauis también está controlada por Marruecos y compañías extranjeras, generando ingresos que rara vez se reinvierten en la población local.

Datos del Parlamento Europeo señalan que en zonas del Sáhara Occidental (La âyoune, Boujdour, Dakhla) hay aproximadamente 141 empresas vinculadas a la pesca y procesamiento, que generan un volumen de negocio estimado en 450 millones de euros), con exportaciones de 240 millones.

La UE paga a Marruecos cerca de 208,7 millones de euros anuales por derechos de pesca, según protocolos de los acuerdos de pesca.

Petróleo y gas

La presencia de reservas de petróleo y gas en el mar frente al Sáhara Occidental está documentada, aunque su explotación aún no se ha materializado por diversos factores geográficos, económicos y legales.

En el pasado, estudios durante la época colonial encontraron depósitos terrestres y offshore, pero no resultaron económicamente viables para su desarrollo.

Lo que aporta el Sahara Occidental a la estabilidad política de Marruecos

Marruecos es una monarquía con un fuerte control central bajo el rey Mohamed VI. Y el poder político y militar no está descentralizado, lo que limita la flexibilidad para aceptar verdaderas autonomías; es decir, después del Sahara, vendría el RIF y las Bled Siba, con lo que Marruecos se acabaría desmembrando.

En Marruecos, el Sáhara es considerado una "causa nacional", y una cesión de soberanía sería percibida como una amenaza a la unidad del Estado. Es más, el ejército y las élites económicas están profundamente implicados en el control de los recursos saharauis.

Políticamente, lo que Rabat ofrece no es una autonomía plena sino un marco limitado bajo su soberanía. Una autonomía real al estilo federal (con gran autogobierno y control de recursos) no está en la agenda del Estado marroquí porque implicaría un riesgo para la cohesión interna y abriría la puerta a demandas similares en otras regiones.

El modelo marroquí se parece más a Hong Kong que a Cataluña, Groenlandia o Kurdistán porque se basa en una autonomía limitada en lo administrativo y económico, sin derecho a la autodeterminación ni control militar, y los recursos estratégicos seguirían bajo el paraguas de Rabat.

Marruecos ofrece una autonomía, pero más simbólica y administrativa que soberana. La compara en el discurso con modelos europeos, pero en la práctica se parece más a un descentralismo controlado. Se trata de un plan que ofrezca cierto autogobierno a la región, pero que permanezca bajo soberanía marroquí. Para el país alauita, esto es una forma de justificar su control sobre el territorio sin conceder la independencia completa ni, por supuesto, administrar sus propios recursos.

Lo que ingresa Marruecos por el Sahara

Al rey y sus cercano de El Madjen, la ocupación del Sahara les proporciona, como hemos explicado, la extracción de fosfatos, que podría generar alrededor de 1.250 millones de euros al año de ingresos para Marruecos. Este dato es una aproximación basada en el valor actual del recurso. Y actualmente, el acuerdo pesquero entre la UE y Marruecos genera unos 52 millones de euros anuales, licencias que incluyen áreas adyacentes al Sáhara Occidental.

Por tanto, los ingresos directos desde los sectores más rentables —fosfatos y pesca— podrían rondar 1 a 1,3 mil millones de euros al año, sin contar otros posibles beneficios menores.

Los costes militares de Marruecos relacionados con el Sáhara Occidental

El economista Fouad Abdelmoumni calcula que desde la anexión del Sáhara Marruecos habría gastado unos 862 mil millones de dólares en despliegues militares, infraestructuras y subsidios. Mantener y operar el muro defensivo que separa el territorio cuesta aproximadamente dos millones de euros diarios. En conjunto, se estima que el gasto militar marroquí ronda los 10.000 millones de euros al año, equivalente al 9% del PIB del país.

Según Abdelmoumni, la presencia en el Sáhara resta cerca de un 3% al crecimiento anual del país. Si el Sáhara no estuviera bajo ocupación, afirma que el gasto militar podría estar en torno al 1,9% del PIB, lo que significaría un ahorro de aproximadamente 1.800 millones de euros.

Es decir, mantener el Sahara ocupado militarmente le cuesta a cada marroquí unos 50 euros al año y, por el contrario, reporta 1.300 millones de euros a las elites.

Marruecos obtiene ingresos importantes del Sáhara Occidental, especialmente por fosfatos y pesca, que oscilan en torno a 1.000 millones de euros anuales. Sin embargo, el costo militar global del país —que incluye la defensa del Sáhara— es mucho mayor, estimado en al menos 10.000 millones de euros al año, lo que representa casi el 10% del PIB. En conclusión, el conflicto tiene un fuerte impacto negativo en la economía nacional, limitando el desarrollo y crecimiento.

¿Por qué Marruecos sigue entonces en el Sáhara Occidental?

Las razones por las que lo hace, a pesar de que gasta mucho más de lo que gana por estar allí, son de índole político, estratégico e identitario, más que puramente económicas.

Para Marruecos, el Sáhara Occidental es presentado como parte inseparable de su integridad territorial. El régimen (primero Hassan II y ahora Mohamed VI) ha construido un consenso nacional en torno a la “marroquinidad del Sáhara”, y cederlo sería visto internamente como una derrota histórica y una amenaza a la monarquía. Tal es así que, de hecho, la monarquía marroquí se legitima en parte gracias a esta causa: el rey Mohamed VI se presenta como “el garante de la unidad del reino”, la renuncia al Sáhara pondría en duda su autoridad y abriría grietas en la política interna.

Además, el Sáhara Occidental le da a Marruecos un acceso privilegiado al Atlántico sur y a una franja estratégica hacia Mauritania y África occidental y, asimismo, le permite proyectar su influencia militar y comercial hacia el Sahel, donde compite con Argelia. Es decir, en un mundo de tensiones energéticas y de rutas comerciales, el territorio tiene un valor estratégico superior al puramente económico.

Y, como hemos resaltado en diversas ocasiones a lo largo de este artículo, sus fosfatos, los bancos pesqueros y las energías renovables (solar, eólica, hidrógeno verde), que podrían ser una plataforma para exportación de energía limpia hacia Europa, le dan un valor adicional. Es posible que Marruecos vea el gasto actual como una inversión a largo plazo.

 

  • Sahara Occidental.

 

La autonomía marroquí, un plan que no se puede ejecutar

Estados Unidos, Francia, Reino Unido, España e Israel han respaldado el plan de autonomía marroquí aun sabiendo que no se puede ejecutar. Este apoyo legitima la ocupación y refuerza la narrativa de que Rabat “está ganando la partida”, y Marruecos aprovecha además para hacer acuerdos comerciales y de defensa con estos países gracias al Sáhara.

El conflicto es también una guerra fría regional: Marruecos frente a Argelia. Si Marruecos se retirara, Argelia y el Polisario obtendrían una victoria estratégica que Rabat no aceptará. Para la élite marroquí, mantener el control es también un asunto de orgullo nacional y de balance de poder regional que busca consolidar en el terreno (colonización, inversiones, infraestructura, desplazamiento de población marroquí) mediante una política de “hechos consumados”. La idea es que con el tiempo, la comunidad internacional acepte la realidad de facto.

Para Marruecos, presentar la “autonomía” es una estrategia diplomática para ganar legitimidad internacional, mientras mantiene el control económico y militar sobre la región. Desde la perspectiva de observadores internacionales, esto se percibe como una forma de “autonomía limitada” que no cambia la realidad de explotación y desigualdad.

Según los observadores internacionales, sería creíble si una comisión internacional -ONU- fuese la encargada de implantarlo, justo lo que Europa no está dispuesta a aceptar con Rusia respecto a Ucrania, pero parece que los saharauis son ‘menos iguales’ que otros invadidos.