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¿Un grito de libertad en el desierto?

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Por Javier Diez Canseco
 
Pasé tres intensos días en los campamentos de refugiados saharauis, cuatro grandes  aglomeraciones humanas en Argelia, entre la ciudad de Tindouf y su frontera con el Sahara Occidental. Unos 160,000 habitantes, organizados para la durísima vida en el desierto, viven allí hace décadas ante la arbitraria ocupación del territorio por el reino de Marruecos. Y es que tanto Mauritania como el corrupto reino alauita buscaron  aprovechar la cómplice y apurada partida de España de su colonia norafricana -en los estertores del franquismo, jaqueado por la crisis interna, la presión internacional  descolonizadora y la guerra de liberación saharaui unido en el Frente Polisario- para lanzar una ocupación militar de ambos vecinos de la ex colonia española. Marruecos hizo, además, una seudo “marcha verde” para poblar el territorio de marroquíes, haciéndose de sus recursos naturales y su extensa costa, rica en pesca.
 
La lucha de liberación replegó a Mauritania, pero Marruecos se mantuvo hasta pactar en 1991 un Alto al Fuego con el Frente Polisario para implementar un referéndum de autodeterminación entre la población saharaui, previa elaboración de un padrón de población por la ONU. La última colonia de África parecía encontrar una salida pacífica. Pero Marruecos -con la complicidad de Francia y España, aliadas por prebendas económicas, recursos naturales y la función asignada de ser el policía imperial del Magreb- ha bloqueado la decisión de la ONU, impedido el referéndum y negado la cautela de los DDHH en las zonas ocupadas.
 
Hoy, el hastío entre los jóvenes y mujeres saharauis es evidente. “¡Patria íntegra o martirio!” es el grito en los campamentos ubicados en la frontera argelina, pero también de la mayoría de saharauis que se mantiene en las ciudades ocupadas, movilizados en resistencia cívica y pacífica, brutalmente reprimida por la policía marroquí. Es el sentimiento del ejército saharaui asentado en las zonas liberadas,  separadas del territorio ocupado por el muro de exclusión más grande del mundo: 2,300 km.

Es un muro de arena, con puestos militares marroquíes cada pocos kilómetros, cuarteles y artillería, extensas alambradas y zonas minadas de cara a las zonas liberadas. Se calcula que Marruecos mueve cerca de 160,000 soldados en esa área, la mayoría de sus FFAA, a un costo de US$ 3 millones diarios. Dinero que bien podría atender la pobreza y las enormes carencias sociales de los marroquíes en lugar del conflicto colonialista que impide la unidad del Magreb, esos países del norte del África que –unidos- serían otros en el mundo.
 
La rica experiencia de reuniones y conversaciones con las organizaciones de mujeres,  jóvenes, maestros, salubristas y médicos, autoridades de los municipios en que se organizan los campamentos que subsisten con extraordinaria dignidad entre carencias de alimentos y de agua, terminó para participar en la Conferencia que sobre el derecho a la autodeterminación y resistencia del pueblo saharaui impulsaron en Argel el Comité de Solidaridad Argelino y la Comisión de Juristas Saharauis: 304 participantes de 33 países -con gran participación de españoles, argelinos y delegados saharauis de las zonas ocupadas- reafirmaron la justeza y legalidad de la autodeterminación saharaui, hoy trabada en la ONU. Se anunciaron nuevas acciones de resistencia en zonas ocupadas y la organización de una flotilla de solidaridad desde las Islas Canarias hasta las costas ocupadas contra el colonialismo marroquí.
 
Desde aquí leí las encuestas sobre las elecciones en Lima y la superioridad de Susana Villarán frente a la derecha. Reafirmé que el cambio es posible y que el pueblo de Lima, y de muchas regiones del Perú en los que ganarán candidatos progresistas, nacionalistas y de izquierdas, lo anhela y lucha por él. Y confirmé que un grito de libertad no es un simple grito en el desierto: es un grito de esperanza que germina en cualquier terreno si hay un pueblo digno detrás.
 
La República, 27 de septiembre de 2010
 
 
 
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Javier Diez Canseco: Nuestro Hermano Saharaui
Por Mohamed Salem Ould Salek
Ministro de Asuntos Exteriores de la RASD
 
Javier Diez Canseco será recordado como un hombre honorable, consecuente y solidario con la lucha por la independencia y la autodeterminación del pueblo saharaui.
Diez Canseco fue un defensor tenaz y constante de nuestro pueblo y de su derecho a la autodeterminación todavía negada hoy en pleno siglo XXI.
Nuestra lucha no le era ajena ni distante, al contrario, la conocía con mucha profundidad y detalle y la hizo suya asumiéndola con la misma intensidad, constancia y convicción con que asumía la lucha por un Perú sin discriminaciones de ningún tipo, más justo y solidario.
Fue el principal impulsor de la Liga de Amistad parlamentaria peruano saharaui. Su constancia y la gran capacidad de trabajo y compromiso que lo caracterizaban le llevó a promover una y otra vez, resoluciones amplias y mayoritarias del Congreso peruano solicitándole al Ejecutivo normalizar la relación bilateral entre la RASD y el Perú interrumpida arbitraria y unilateralmente por el régimen de Alberto Fujimori Fujimori como resultado de las presiones y “gestiones” del reino feudal de Marruecos.
En noviembre del 2005, en carta dirigida al entonces Presidente Alejandro Toledo promovida y  suscrita por Javier junto a Alberto Andrade, Lourdes Flores Nano, Valentín Paniagua, Alan García y el Vicepresidente David Waisman, le planteaban la “necesidad que el Estado Peruano restablezca las relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), unilateral e injustamente suspendidas en 1996 durante el gobierno de Alberto Fujimori Fujimori”. La misma solicitud había sido cursada mediante carta dirigida al Presidente Toledo en octubre de ese año por la Liga Parlamentaria de Amistad Perú-RASD por Javier Diez Canseco, Presidente de la Liga junto a los congresistas miembros Mauricio Mulder, David Waisman, Gloria Helfer, Luis Guerrero, Luis Negreiros, Gonzalo Jiménez, Mario Molina, Josè Luis Risco y Manuel Bustamante.
En marzo del 2007, Javier Diez Canseco en compañía de Lourdes Flores Nano, Alberto Andrade, Alberto Velarde y David Waisman le reiteraban al entonces Presidente Alan García “la necesidad de restablecer relaciones diplomáticas con la RASD, conforme lo solicitáramos, el 2006, junto a usted, el entonces presidente Toledo”. En la misiva insistían que “Por ello, mantener el congelamiento de las relaciones diplomáticas con la RASD, en este contexto, contradice los principios fundamentales de la política exterior del Perú y las normas del derecho internacional. Es una decisión insostenible política, jurídica y éticamente que afecta a un pueblo hermano que es además, el único país árabe africano de habla hispana. Es una decisión que maltrata al agredido y a quién lucha por sus derechos de autodeterminación”.
Javier Diez Canseco era un hombre de convicciones ideológicas y políticas sólidas y claras, sin embargo, siempre entendió que la solidaridad con el pueblo saharaui requería de una confluencia amplia y plural y así lo practicó siempre en el ámbito político peruano. Javier nos presentó en el 2006 al hoy Presidente  Ollanta Humala y a su señora Nadine Heredia, con los cuales conversamos extensamente sobre la realidad de nuestro pueblo y de la importancia de restablecer las relaciones entre nuestros países y pueblos. Diez Canseco, fue luego uno de los activos promotores para que el apoyo explícito “a la independencia del pueblo saharaui” quedase plasmado en el Plan de Gobierno 2011-2016 del gobierno del Presidente Humala.
En el ámbito de Latinoamérica y el Caribe, no hubo debate, acción o resolución del Foro de Sao Paulo en solidaridad con el pueblo saharaui y el Frente Polisario en la cual Javier Diez Canseco no estuviera personal y activamente comprometido.
En el 2011, a iniciativa de Javier, un importante grupo de  dirigentes de Partidos y Movimientos Socialistas de Chile, Ecuador y Perú emplazaron al PSOE español planteándoles que en la actual situación que afecta al pueblo saharaui “..España tiene una responsabilidad histórica por la tutela y rol colonial que tuvo en el Sahara Occidental”.
La carta abierta les señala que “resulta incomprensible  y lamentable que un Partido como el PSOE que se reclama de orientación y tradición socialista democrática y progresista condicione su diálogo con el Frente Polisario y desconozca en la práctica el reconocimiento político del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui debilitando así la realización del referéndum de autodeterminación del Sahara Occidental” concluyendo finalmente que “Para nosotros las y los socialistas andinos que postulamos el internacionalismo y la solidaridad entre los pueblos ninguna pretendida conducta invocando un incomprensible “prudencia” o una “razón de Estado” o “supuestos intereses estratégicos” puede ser esgrimida internacionalmente para guardar silencio cómplice y no condenar la sistemática violencia a la que es sometido diariamente el pueblo saharaui”.
Desde el Sahara Occidental los saharauis recordaremos siempre a Javier Diez Canseco, fue un hombre honesto, solidario y de principios. Fue uno de esos imprescindibles.
Para nosotros Javier es un hermano saharaui.
 
Bir Lehlu, Territorios liberados.
Publicado en el libro “El Internacionalista”